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Miles de historias de las que poco se habla en las reivindicaciones del Orgullo.
Pero nos vamos a acercar con cariño y curiosidad a una de las letras que más inadvertida pasa en este alfabeto liberador, la B. Que no es la segunda, sino la cuarta. Cobija, discreta, millares de protagonistas. Todo parece indicar que en número creciente.
El comportamiento queer suele manifestarse como un grito contracultural, subrayando ese aspecto de la visibilidad que tantas cosas buenas aportó a lo largo de la corta historia del movimiento liberador de la sexualidad. Un mundo lleno de venerables protagonistas que cuestionaban las estructuras mentales cuando había mucha más telaraña cerebral que hoy. En el inicio de los 70, empezaron una marea de la que todavía nos alimentamos.
Pero hay otro comportamiento más discreto que se cobija en la intimidad de las personas y muy pocas veces suele ser público, más allá del círculo inmediato de sus protagonistas. Hablamos de las personas bisexuales, esas que responden a la leyenda urbana de que nacemos bisexuales y nos vamos decantando para un u otro lado de la balanza.
Un dato que a muchas personas puede llamarles la atención es la evolución generacional de la bisexualidad en los últimos años. Poco se habla de la gran cantidad de chicos y chicas —especialmente estas últimas— que disfrutan del sexo con las personas que les estimulan, sin que importe su género. Eso no quiere decir que después no se aproximen a una u otra opción. Pero quizá estén derribándose los sólidos muros que amordazaban ese instinto juvenil del flirteo tradicional.
Una liberación que según parece afecta sobre todo a las mujeres y puede ser una consecuencia del intenso trabajo de revalorización y autoafirmación de las mujeres que el feminismo viene haciendo en las últimas décadas. Puede que el mayor número de jóvenes que se definen bisexuales tenga relación con el chip antimachista que se abre paso entre nosotros. El tiempo nos dirá si es una tendencia minoritaria o una nueva manera de adentrarnos en el camino del sexo.
Quienes llevamos ya mucho camino andado hemos convivido con un gran número de personas que, unas más, otras menos ocultas, nadan en los dos océanos a plena satisfacción.
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