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En el fútbol como en una vida decente no se puede ser neutral. Ser neutral frente al racismo es ser racista. Ser neutral frente al fascismo es ser fascista. Ser neutral frente a la homofobia es ser homófobo. Según la UEFA el fútbol y la política van por separado. No señoros, NO. La política y la vida van de la mano siempre. A ver si aprendemos de una vez, que permitir la injusticia nos hace injustos, permitir el nazismo nos hace nazis y mirar para otro lado mientras seguimos pateando la pelota, nos hace unos sinvergüenzas.
No se puede vivir sin tomar partido frente a la injusticia. Igual que no se puede jugar al fútbol sin respetar las reglas del juego, no se puede jugar con un equipo de un país donde el gobierno aprueba leyes homófobas y fascistas, sin ni siquiera apoyar una señal de protesta. Lo del estadio del Bayern de Munich mostrando su solidaridad con cualquier tipo de amor, en protesta contra el gobierno retrogrado homófobo fascista de Hungría es un soplo de aire fresco, es una voz valiente y necesaria que se levanta desde las gradas del fútbol tantas veces enfangadas de racistas, machistas, homófobos y machirulos.
La «prohibición» de la UEFA a que el estadio se vista de arcoíris, es una muestra de que la organización de estos eventos millonarios está gobernada por un puñado de señoros que harían cualquier cosa por dinero. Hoy se trata de «no hacer política» apoyando así al gobierno más fascista de Europa. No es casualidad que la UEFA fue creada en Suiza después de la Segunda Guerra Mundial. Surgió de un país que históricamente se ha dedicado a lucrarse del daño, la muerte y el sufrimiento de otros. Durante el nazismo Suiza, como la UEFA de hoy, también fue política y religiosamente neutral. Lávense las manos, que apestan. Ni fascista, ni homosexual. Business is Business. Ya. Aquí el dinero de los judíos, aquí Suiza, aquí la UEFA, aquí el gobierno de Hungría. Aquí el multibillonario húngaro Sandor Csanyi, vicepresidente de la UEFA.
Sigamos jugando en la punta del iceberg, porque aquí no hay política sino Euros. Lo demás es solo la vida de los homosexuales (ahora húngaros), que como no me toca, ni me afecta, tampoco me importa. Sigamos a nuestra bola. Los muertos los contamos otro día. ¡Vaya golazo!
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