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ROMÁN.- Inventen, pues, ellos y nosotros nos aprovecharemos de sus invenciones. Pues confío y espero en que estarás convencido, como yo lo estoy, de que la luz eléctrica alumbra aquí tan bien como allí donde se inventó.
SABINO.- Acaso mejor.
Así resumía Miguel de Unamuno en el artículo «El Pórtico del Tiempo» su escepticismo hacia el positivismo y la tecnología que venían de fuera, frente al carácter místico de la ciencia española; así nació el tópico de que inventen ellos.
De esta forma estamos nosotros en un tiempo que se abre para la reforma constitucional del Estado español, esperando a ver qué inventan porque en Galicia somos más de mística que del método experimental o de prueba y error.
La ola de reforma y modernización de los estatutos que recorrió las otras autonomías en las legislaturas de Zapatero cogió a la Nazóm de Breogán en las patatas. Entonces la prioridad del PPdeG, el principal e indispensable partido de la oposición, era tumbar a cualquier precio el Gobierno bipartito y la obsesión del PSOE era vigilar a su socio nacionalista, no fuera a ser que le adelantara en una curva. Mientras los demás reforzaban su identidad, blindaban sus competencias o expandían sus derechos, nosotros estábamos ocupados vigilándonos. Perdimos el tiempo y la oportunidad y, tiene toda la pinta de que vamos a tropezar en la misma piedra.
Ahora que la realidad y el desgaste de los materiales de la Constitución de 1978 conducen inevitablemente a unha reforma de lá carta magna, el PPdeG y el Gobierno gallego tienen como prioridad atarse al inmobilismo constitucional que el Marianismo manda dende Madrid para preservar la unidad del partido y las fuerzas de la oposición andan muy ocupadas gestionando tanta dispersión. Sólo el BNG recuerda de vez en cuando la necesidad de reformar un Estatuto con más de treinta años.
Galicia ni está ni se le espera en este momento constituyente 2.0. Nos limitamos a vigilar y comentar las aportaciones que puedan hacer los demás. Que reformen ellos y después ya nos aprovecharemos nosotros parece ser nuestra estrategia, no vaya a ser que nos metamos en política y acabemos teniendo algún problema.
Ni temos ni parece que vayamos a tener una posición de país o siquiera un par de ideas que aportar al debate. Tampouco parece que ninguno de los protagonistas de nuestra política tenga entre sus prioridades promover semejante debate o asumir los costes y los riesgos de buscar crear una posición y una estrategia de país que compense nuestra levedad en la política estatal ante el debate de la reforma constitucional. incluso cuando alguien lo deja caer, o le espetan que eso non le importa a nadie, lo tratan como si acabara de llegar de Marte. O del pasado.
Que decidan ellos si se recentraliza o no, como se reparte el poder o dónde se toman las decisiones, quien cobra los impuestos y cómo se financian los servicios públicos en los próximos años, cómo van a ser los libros de historia o en qué lengua se aprende. Cuando queramos decir algo será demasiado tarde hasta para llorar.
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