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El PSOE ha decidido meterse bajo tierra en esta precampaña hacia el 28 de abril. El viento se le ha puesto tan a favor que está deseando que pasen los días lo más rápido posible y que nada rompa la inercia política actual.
Los socialistas van tan cómodos que su primer disgusto se lo ha dado uno de los suyos, el catalán Miquel Iceta, siempre dispuesto a avanzar un poco más y a reflexionar sobre lo que habría que hacer en Cataluña, bien un indulto, un relator o ahora una solución por si en un futuro el independentismo llega al 65% de apoyo.
La sinceridad de Iceta ha provocado alarma en La Moncloa y en Ferraz porque el PSOE ha decidido que en esta campaña no se hable de Cataluña para no levantar el fantasma de un posible pacto con los independentistas que la derecha tanto rentabilizó hasta el pinchazo de Colón.
Nada de Cataluña y nada de propuestas novedosas y arriesgadas. Sus 110 medidas pasaron casi inadvertidas, salvo por el despliegue de 25 banderas. El PSOE va de carril y parece querer ganar sin bajarse del autobús, aprovechando al máximo los viernes sociales y explotando el miedo a Vox.
Sus 110 medidas pasaron casi inadvertidas, salvo por el despliegue de 25 banderas. Nada de Cataluña y nada de propuestas novedosas y arriesgadas
Las encuestas le sonríen y ahora mismo estarían en condiciones de buscar acuerdos con Podemos y los grupos nacionalistas, o con Ciudadanos por mucho que Rivera reniegue de Sánchez.
La estrategia del PSOE tiene un peligro: que los suyos vean el partido ganado, se relajen y acabe pasando lo de Andalucía. Algunos dirigentes socialistas empiezan a estar inquietos, aunque por ahora el PSOE va viento en popa gracias también al despropósito de los demás. Da la impresión a veces de que todos trabajan para Sánchez.
Ciudadanos le dejó el centro libre al atarse al PP y a Vox. Rivera quiso taponar así la vía de agua que tenía hacia la derecha e intentaba ganarle a Casado como alternativa. De momento, los sondeos señalan que ha sido un rotundo fracaso. Ciudadanos se ha metido además en el follón de los pucherazos sin haber resuelto bien el escandaloso caso de Castilla y León.
El mercado de fichajes ha sido también todo un espectáculo en los naranjas y en el PP. Casado no gana para disgustos y el episodio de Suárez Illana y los neandertales ha provocado estupor en las filas populares.
PP y Cs viven histéricos el avance de Vox que a golpe de barbaridades sigue centrando la campaña mientras rompen en tres a la derecha y aleja la posibilidad de que el tripartito llegue a la mayoría.
Por la izquierda, también le facilitan las cosas a Sánchez. La ruptura en mil pedazos del espacio de Podemos multiplica el voto útil a los socialistas. Está por ver si la impetuosa vuelta de Iglesias denunciando a los poderosos, los bancos y las teles que lo encumbraron va a cambiar la dinámica.
En Galicia, el escenario se completa con la dispersión total del voto a la izquierda del PSOE. Los Monty Python bien podían hacer en nuestra tierra una nueva versión de la vida de Brian. Nadie sabe ya quién es quién.
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