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El feminismo es abolicionista porque la prostitución es una forma extrema de violencia de género y, casi siempre, de esclavitud. Algo tan obvio topa con sectores politizados dentro del feminismo, que ven compatible ser feminista con regular la mercantilización de la sexualidad y del cuerpo de las mujeres. El patriarcado bate palmas cuando perdemos energía en estos debates, contagiadas por la dolencia divisionista que consume a la izquierda –tan buena para la derecha–. Debemos salir de la trampa en la que prevalecen compromisos partidarios en las feministas con militancia –o posición política– pues, cuando ese dilema se da, no hay otra que elegir y exponerse a la crítica del dogma inflexible de la disciplina de partido. Las antecesoras ya lo vivieron: Kollontai, Luxemburgo, Zetkin, Campoamor. Antes, Tristán o Gouges. Ejemplos de que debería ser la izquierda quien no perdiera oportunidad de ir de la mano del feminismo, mejor que al revés, porque en este caso el resultado sí varía según el orden de los factores.

En Galicia se ven nítidamente varios frentes dispuestos a entrar en combate. Si no estuviera tan segura de que hay intereses partidarios detrás, no haría semejante afirmación, pero sé que una buena parte de las feministas gallegas saben a que me refiero, porque las negociaciones para organizar un ocho de marzo unitario estuvieron contaminadas por esta tendencia.
¿Por qué la proporción de uno de cada tres hombres consumidores de carne de prostíbulo no se corresponde, no ya con el mismo dato en las mujeres, sino con su inexistencia?
La prostitución como «medio de vida» no es libre elección sino consecuencia del determinismo falocéntrico y patriarcal que se burla de nosotras. Solo hay que hacer la prueba del algodón: pongamos hombre donde se ponen mujer, cuando hablamos de prostituidas. Pongamos mujer donde se pone hombre, cuando se habla de puteros. ¿Por qué resulta aceptable que las mujeres sean ( mmm… no encuentro la palabra correcta) por quince, veinte o más «clientes» en el curso de una «jornada de trabajo»? ¿Por qué no se de la el caso de la demanda en sentido contrario? ¿Es que las mujeres no tenemos necesidades sexuales? ¿Por qué la proporción de uno de cada tres hombres consumidores de carne de prostíbulo no se corresponde, no ya con el mismo dato en las mujeres, sino con su inexistencia? ¿En qué otra «actividad laboral» se da esa circunstancia? ¿De verdad estamos hablando del derecho al trabajo y de libertad sexual? Cuando esta fórmula no funciona es porque no es intercambiable. Luego, si no es válido para ellos tampoco no lo es para nosotras.
El cuerpo de las mujeres fue –y ahora lo es de manera mucho más visible– el campo de batalla sobre el que se disputó la propiedad privada y se nutrió el capitalismo, que consolida con el patriarcado un modelo de sociedad opresiva, con un reparto «del trabajo» en función de roles sexuales con dominadores y dominadas. Violadores y violadas. Mercaderes y compradas. Y lo demás es una fantasía.
Los antes compañeros en la lucha por la igualdad, y hoy bien ubicados homopatriarcas, que siempre tuvieron nuestro apoyo y ahora actúan como lobby que disfruta del privilegio de pertenecer al estamento «superior» en el caso de los vientres de alquiler.
Cuando leo reflexiones hechas por compañeras, maravillosas en tantas cosas pero que defienden o justifican esto, echo las manos a la cabeza. Como hablar sin discutir? Prefiero el silencio en el trato individual; no estamos para perder el lujo de compartir muchas otras cosas, pero en algún momento esta línea será totalmente infranqueable y debemos tener la inteligencia de no llegar a lo que sería un punto sin retorno.
No perdamos el tiempo entrando al juego de quien nos quieren sometidas y convencidas; mercenarias sin más pago que una sonrisa cómplice; que la aceptación de los machitos neofeministas que nos manipulan y nos dan espacio para que reproduzcamos su mensaje implícito; o la aquiescencia de los antes compañeros en la lucha por la igualdad, y hoy bien ubicados homopatriarcas (no todos, por supuesto, pero sí demasiados), que siempre tuvieron nuestro apoyo y ahora actúan como lobby que disfruta del privilegio de pertenecer al estamento «superior», ya sin barreras para su aceptación social. No hay más que ver lo que está aconteciendo con los vientres de alquiler.
Escribo esto desde la firme convicción de que estamos sobre un terreno minado por caballos de Troya camuflados que actúan como virus invisibles, pero eficaces. La prostitución es su mejor baza. Hay que activar la reacción para que no nos coman todo lo que llevamos trabajado y ganado hasta lo de ahora. Y lo antes posible.
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