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Todos los veranos iba habitualmente al Monte Faro de las islas Cíes y me sentía Brigitte Bardot, hija del torrero en Manina, fille sans voile (1952). Entonces no se habían instalado aún los quitamiedos que hay hoy, así que subíamos con mucha precaución para ver anochecer, con el bocata y las pipas en la mochila. Más me costaba la bajada, con la luz del día justa, que la ida por la empinada cuesta en zigzag llena de piedras: era adolescente y soñaba con vivir en la casa del farero, la linterna del mar.
Ya hace años que no voy al faro grande. Lo miro con nostalgia y recuerdo a los turistas sacando fotos del acantilado y gritando tanto que no me dejaban oír el mar. Al ocaso recorro ahora, con las pipas y el botellín de cerveza, el sendero que muere en el faro pequeño, el Faro da Porta, y me quedo pasmando con la belleza de la isla Sur y del mar bravío que castiga las piedras. Sonrío y me dejo llevar: siento que estoy en casa, que allí hay parte de mí.
La soledad de los faros es atractiva para historias de misterio, suspense o terror: escenario que sedujo a directores como Robert Eggers, quien acaba de estrenar en el festival de Cannes The Lighthouse (2019), una odisea psicológica que ofrece, dicen, el duelo interpretativo -entre los fareros Willen Dafoe y Robert Pattison– más intenso del los últimos tiempos. Esperaremos.
El danés Kristoffer Nyholm descubrió la historia de los tres torreros de las islas Flannan (Escocia) desaparecidos sin dejar rastro, indagó en la trama y filmó el thriller mental Keepers (2018). ¿Qué ocurrió el 15 de diciembre de 1900? El faro apagó su luz y nunca más se supo de los fareros. Un misterio sin resolver -leyenda para otros- que ahonda en las relaciones de unos hombres en soledad que deben luchar contra sus propios demonios y las paranoias de los compañeros.
El faro de la Torre de Hércules fue testigo de los fusilamientos en la Guerra Civil y en la dictadura, y motivo de preocupación para el bando nacional: sus luces podían delatar los ‘paseos’, como cuenta Antón Reixa en El lápiz del carpintero (2003). En un secuencia conmovedora, el falangista Zalo –Nancho Novo– le pide a los pistoleros que dejen pasar la luz de la torre antes de descargar las balas. La película, como el libro de Manuel Rivas, están basados en la historia real del médico socialista de Tui Paco Comesaña y de su mujer Choncha Concheiros, con los que compartí muchos domingos porque eran amigos de mi padre. Cuando estrenaron la cinta Paco ya no vivía, pero sí Choncha. Con 90 años, Chonchiña tembló en la proyección -yo estaba en la butaca de al lado aquel día- cuando vio el fusilamiento al pie del faro como si no supiese que aquella bala de fogueo salvaría a Tristán Ulloa -su marido en la ficción- y decidiría el curso de su vida.
Dani de la Torre guardó para la penúltima escena de El desconocido (2015) el retrato del único faro romano en activo. La imagen de la Torre de Hércules es el preludio del desenlace: la luz que guio en su periplo a la familia de Luís Tosar en la ficción.
Las cuatro luces del faro de A Coruña alumbran los dos primeros episodios de la serie coreana The legend Of Blue Sea (2016). Basada en una leyenda, narra la aventura de una sirena cautiva que alcanza la libertad y el mar gracias a un hombre noble. Pero la sirena, después de atravesar océanos, regresa a tierra y descubre que su salvador es un estafador. La curiosidad, y el éxito de la serie en China y Corea, me animaron a sintonizarla: llegué hasta el quinto episodio, no sin esfuerzo, de los veinte de la primera y única temporada.
Fariño do Mar es el nombre del pueblo de Rinlo en la comedia Los muertos van deprisa (2009), de Ángel de la Cruz. Un enredo costumbrista interpretado por la popular Neus Asensi y por un coro puntero de actores gallegos. El director y guionista crea el personaje de la farera Venancia, defendido por Belén Constenla, para retratar el hermoso faro de Isla Pancha.
Los faros atrapan. Hay algo mágico en todos ellos que nos obliga a ver el mundo desde una perspectiva diferente. Son espectadores de naufragios, leyendas, temporales y fantasías, tanto en la vida como en el cine. El viento y el mar marcaron instantes de quienes los habitaron, momentos que van desde el paraíso hasta el infierno. Por mucho que las autoridades se empeñen en automatizarlos, siempre recordaremos a Julio Vilches, Cristina Fernández, Román Ventoso, Manuel Expósito, Eugenio Linares, José Antonio Mera, Miguel García y tantos otros fareros como los guardianes de nuestras rías: por ellos laten luces en el mar.
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