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La palabra preferida del humorista Forges (Antonio Fraguas, de los Fraguas de Fonsagrada) era el verbo «esnafrar». La expresión: «Quedou esnafrado!». En el uso general, significa «romper totalmente» o darse un golpe muy fuerte contra algo. Tiene por sinónimo esnachar con el que coincide en un significado más específico y también de uso muy popular: «Caer de narices y lastimarse». Forges tenía esa inteligencia rebelde de la ironía, el humor que apoya en el cuerpo de la libertad del lenguaje. Así que no me extraña que se fijase en esa palabra. Vivimos en un Estado de cosas esnafradas, con los derechos y libertades cayéndose de narices.
Agradezco a Forges este último regalo verbal que regresa a su origen, porque por fin encuentro la palabra para afrontar esa pregunta para la que no tienes una respuesta precisa: «¿Y Galicia, cómo está?». Como no es cosa de echar una blasfemia, porque te puede caer de narices el 525 del código penal, yo en los últimos tiempos utilizaba recursos irónicos, estilo: «Todo ben», «Infelizmente óptima», «En un contentamiento descontento»… O una solución marinera: «Galicia está en stand-by».
La verdad es que nunca quedaba satisfecho con el diagnóstico. Era incompleto, superficial, impreciso, borroso. Pero ahora la encontré, gracias a Forges, la respuesta exacta, llena de luz como un relámpago silábico:
-¿Y cómo está Galicia?
-¡Galicia está esnafrada!
Es una palabra de sustrato onomatopéyico universal. La entiende todo el mundo. No hay ninguna duda. Brinca elástica en la punta de la lengua. Si tú dices a alguien, francés o chino, «¡Quedé esnafrado!», pues verás como la mirada va directa a la nariz. Hable gallego o no, cualquier persona en Galicia sabe lo que signfica esnafrada. E incluso la usa. ¿Cómo no lo va a saber? El paso histórico que vivimos en los últimos años fue de «¡Ir tirando!» a caer en una esnafrada colectiva. Mientras tiras, todavía tienes algo por lo que tirar. Pero de la nada, del descabezamiento, del vacío, no puedes tirar. En la Gran Esnafrada, lo único que podemos hacer es tirar unas de otros.
El Decreto de Suicidio de la Xunta, aquella «operación de falsa bandera», está funcionando como un lingüicidio. En las grandes ciudadesel gallego está ex terminis, como una lengua del exilio
El colmo del esnafrado es que te esnafres a propósito. Por esnafrarte. Y eso es lo que está pasando con el idioma gallego. Con la pérdida de la lengua. Las cifras que se dieron a conocer estos días, con motivo del Día de las Lenguas Maternas, son para mirarse las narices y caer otra vez de pena. El Decreto de Suicidio de la Xunta, aquella «operación de falsa bandera», está funcionando como un lingüicidio. En las grandes ciudades, en las escuelas públicas de educación infantil, el gallego está ex terminis, como una lengua del exilio. Está disminuyendo aceleradamente la transmisión generacional, que es el indicador de la extinción. Esto no ocurre por causa natural. La lengua gallega está muriéndose de maltrato.
La esnafrada colectiva. La esnafrada financiera. La esnafrada ambiental. La esnafrada del desempleo. La esnafrada de la lengua, ese bien común que heredamos y que anda muerta de hambre por los alrededores de las escuelas. La Gran Esnafrada.
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