Por una Xunta menos eficaz

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Tenemos los errores equivocados. Estamos quejándonos continuamente de una Xunta ineficaz, de un Gobierno de inútiles, de un Partido Popular de poder absoluto y absoluta incompetencia.

Pero es necesario revisar el diagnóstico. Cambiar la táctica, la estrategia, la praxis y la teoría, el discurso y también la megafonía.

El caso es que se debe revisar el modo opositor desde el principio: cuestionar la visión de la realidad. Y la verdadera realidad es que la Xunta está siendo extraordinariamente eficaz.

Hay cosas sencillas, como lo es una chispa en la oscuridad, que pueden provocar una revolución óptica. Y en mi caso la pavesa fue la siguiente noticia: en un instituto de enseñanza media en A Coruña, de 700 estudiantes, solo cinco reconocen utilizar habitualmente la lengua gallega.

No se debe a un rechazo genético por parte de la gente joven. Todas las encuestas dicen que ha aumentado la simpatía, aunque se desplome el uso. Ni tampoco a un ambiente coruñés especial, pese a la falsa leyenda de ciudad «señorita».

Esa era la finalidad del Decreto lingüicida de 2010, que acabó con la condición vehicular del idioma gallego y está convirtiéndolo en un resto de morriña subalterna

Es un llamativo síntoma de lo que está pasando en toda Galicia con la transmisión de la lengua: no solo la desidia institucional, sin la programación consciente, sumamente eficaz, de la desconexión de pueblo y lengua. Esa era la finalidad del Decreto lingüicida de 2010, que acabó con la condición vehicular del idioma gallego, lo desterró de los centros de educación infantil de todas las ciudades (sólo en un 5% se emplea como lengua inicial) y está convirtiendo la lengua nacida en Galicia hace un milenio, la lengua universal de los Cancioneiros Medievales, la lengua literaria de los reyes Alfonso el Sabio y Don Diniz, en un resto de morriña subalterna.

El Decreto de 2010 tuvo el efecto de una fumigación contaminante: mató los lexemas de la atmósfera como el veneno químico acabó con las luciérnagas.

El Decreto, y demás complementos destructivos, fue un arma de guerra lingüística. Y lo sigue siendo. En poco tiempo, en los últimos años, se dio una caída de veinte puntos (20% de la población) en la posición del gallego como lengua inicial. De bilingüismo, nada: de no recuperarse la condición vehicular del gallego en la enseñanza, se va hacia un monolingüismo en castellano.

Esa política programada de extinción del gallego no solo afecta a la lengua, también amputa los recursos de futuro en nuestro país, y está ya a destruir numerosos puestos de trabajo. Claro que la cultura real, para esta gente liberal-funcionaria, es trabajo de nómadas titiriteros o duendes excéntricos que se alimentan de madreselva.

Por eso tenemos que cambiar nuestra mirada.

Este Gobierno, la facción reaccionaria que ocupa la Xunta, es sumamente eficaz.

Pavimentó el camino que lleva al exterminio del idioma gallego.

Y lo está consiguiendo.

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