Mis flores favoritas son las nécoras

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Acababa de comprarme el cedé en Londres. Iba siempre conmigo en el bolso para escucharlo en el coche, en casa o, como aquella noche, con una copa en el Rahid de Santiago. Estaba atrapada por el One from the heart de Tom Waits y enganché con el cómplice perfecto:

-Venga, démosle otra vuelta a Tom, que aún es pronto.

Y así cayeron, durante semanas, güisquis con José Luis Alvite y la excelente banda sonora de la película de Francis Ford Coppola; para nosotros, Corazonada (1982). Alvite buscaba arrebatarme ese disco imposible de encontrar en aquella Europa sin internet, y el viaje expreso de una amiga a Londres -habituales y obligadas aquellas escapadas para muchas mujeres en los 80- me permitió encargar un ejemplar un par de meses después y regalárselo. Estaba Alvite en una explosión de felicidad con el regalo, cuando una muchacha oriental entró en el Rahid a vender rosas.

-¿Quieres una? -me preguntó el periodista.

-Mis flores preferidas son las nécoras.

Alvite rompió en carcajadas: mataba por una frase contundente y aquella le entró. Acababan de abrir la veda; yo sólo pensaba en un ramillete de nécoras. Y, además, aquellas rosas tenían mal cocer.

Pocas veces veo una nécora en la pantalla del cine. Nécora 3D apuntaba, tenía hasta varios carteles de promoción. Un delirio de Marcos Güemes, quien, en su fantasiosa imaginación, soñaba un reparto con Pamela Anderson y Kiko Rivera. La trama prometía para los amantes del género: la invasión de Santander por una legión de nécoras sedientas de sangre. Lo único que falló fue que la película no se llegó a rodar, pero después de tanto ruido sobre el film eso no me parece ni importante.

Ben Wheatley anda recreando nécoras gigantes para su próximo proyecto, Freakshift. El argumento es un clásico: un grupo de policías corruptos -entre los que están Alicia Vikander y Arnie Hammer– se propone acabar con la especie. Toca esperar para ver cómo resuelven el ataque y nos sorprenden con los giros de guión de Wheatley, un director que ya nos cautivó en Down Terrace (2009), Kill List (2011) o Turistas (2012), y que firmó brillantemente los dos primeros episodios de la octava temporada de la serie Doctor Who. Confiemos en que no les ponga laurel a sus nécoras.

Las que más me han gustado, sin duda, fueron las de Jorge Coira en 18 comidas (2010). Se ve a kilómetros que son de la ría, porque cuando aparecen en pantalla le roban protagonismo a todo un Luís Tosar.

Durante años, Morris, en el papel de Antón de Pratos combinados, me hizo sufrir las noches de los miércoles en la televisión autonómica de Galicia. Daba igual el día y la hora, entraba en el bar Suízo de Miro Pereira con su saludo habitual: “¿Una necorita, cuñado?” Malditos guionistas, que provocan “necorismo” en los espectadores sin respetar los meses de veda. Por el contrario, a las de Mariscos Recio, de La que se avecina, nunca les hincaría el diente. La marisquería de Mirador de Montepinar, creada por Alberto y Laura Caballero, es recomendable para echar unas risas, pero las nécoras de Antonio Recio hieden hasta traspasar la pantalla.

Más que por las nécoras, el audiovisual tiene afición por los cangrejos, pero ahí ya hablamos de otros crustáceos, y de otro precio. De Brett Piper he visto el trailer de Queen Crab (2015), y fin. El ataque de los cangrejos gigantes (1957), de Roger Corman, son sesenta minutos en los que la imaginación de la factoría Corman supera con talento la falta de medios. Los cangrejos gigantes, a causa de unas pruebas nucleares que realizan científicos estadounidenses, devoran cerebros humanos y se vuelven inteligentes. Ciencia ficción de los años cincuenta con encanto.

Papel protagonista tiene Sebastián, el cangrejo de La Sirenita (1989). Un invento de Disney, porque de ese personaje no hay ni rastro en la historia de Hans Christian Andersen en la que están basadas la película y la serie.

En la serie animada sobre las viñetas de Hergé, Las aventuras de Tintín, tenemos el capítulo El cangrejo de las pinzas de oro. Una historieta sobre una banda que trafica con opio camuflado en latas de cangrejo, y que Tintín -cómo no- desmonta y sirve en bandeja a la policía.

 

Cada mes de julio, cuando levantan la veda de la nécora, pienso en Alvite, un prodigio de ingenio y un amigo que me quedó a deber un ramo de preciosas patas con cuerpo de coral.

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