A jugar, Alberto

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Y cuando despertó, Rajoy ya no estaba allí. El presidente de Ucrania llegó este lunes a Madrid para visitar al presidente del gobierno pero cuando se dio cuenta, en el Palacio ya no estaba Mariano, el señor de Pontevedra, sino Mr Guapo como ha bautizado la prensa internacional a Pedro Sánchez.

El tsunami de la moción de censura que ha desalojado bruscamente al PP del poder ha descolocado a casi todo el mundo y ha provocado tortícolis en el PP porque todos se han puesto a mirar hacia el mismo lado, hacia el Noroeste, hacia Galicia, esa última ínsula azul con su mayoría absoluta y todo; apenas un vago recuerdo de esa España de hace unos años, poblada de gaviotas.

Los populares andan desconcertados porque siguen sin entender muy bien qué ha pasado y cómo es posible que el tahúr del Lérez haya caído esta vez ante el ejercito de Pancho Villa con socialistas, populistas, separatistas y hasta los de Bildu. Se llama hartazgo, se llama corrupción.

Rajoy dejó la Moncloa después de dos buenas sobremesas en sendos restaurantes porque una cosa no quita la otra y se dispone a resistir una vez más para pilotar la transición si es que al final es necesaria. Tampoco hay que agobiarse.

Esta derecha madrileña, línea dura, está dispuesta a aceptar a otro gallego como recambio en el PP y es que piensan que Feijóo es «menos gallego» que Rajoy

La derecha madrileña, siempre tan aznariana tiene ganas de perderlo de vista, de mandarlo de una vez a Santa Pola o a Sanxenxo; les da igual. Nunca les gustó. Siempre les pareció un blando, no como José Mari que ya hubiera puesto orden en Cataluña. Prefiero no decirles cómo.

Esta derecha española, línea dura está dispuesta a aceptar a otro gallego como recambio en el PP y es que piensan que Feijóo es, atención, «menos gallego» que Rajoy. Menos dubitativo, menos pachorrudo para entendernos. Ya saben, lo de la escalera que nos persigue.

Así que caídos todos los demás posibles sucesores y con Soraya Saenz de Santamaría y Cospedal tocadas también por el ocaso de Rajoy, todas las miradas se dirigen a Santiago.

Y Alberto se deja querer. Eso sí, Feijóo quiere que le vayan a buscar y le elijan por aclamación, un sistema que no ha funcionado muy bien en otros partidos últimamente.

Sea como fuere, Nuñez Feijóo lleva ya varios días calentando por la banda y de un momento a otro tendrá que lanzarse a jugar. El partido lo van perdiendo y la remontada no es fácil: Sánchez ya está instalado por la vía rápida en Moncloa y Rivera agita las mismas banderas del PP y les lleva ventaja en las encuestas.  

 

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