Por qué Rajoy va a seguir (o lo mismo da)

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No hay como hacer predicciones a un par de días vista. Enseguida se resuelven y acabó el cuento. Creo que Rajoy va a seguir por dos razones fundamentales, y no porque me abone a las tesis del marianismo-losadismo: Una, porque su habilidad supera, por bastante, las suma de habilidades que puedan tener los que aspiran a coger su puesto. Dos, porque los que deberían apostar por apearlo dieron muestras, y las están dando, de que sus intereses, o sus capacidades, no se dirigen exactamente a ese objetivo, por mucho que no lo desdeñen.

Formalmente, el PP está en mucha peor posición que hace año y medio, cuando el electorado, efectivamente, le quitó la mayoría absoluta que de forma alegre y confiada le había dado cuatro años antes. En el fondo, no lo sé. Todo lo que ahora se considera acreditado por una sentencia aún no firme, ya se sabía, y más, de la misma forma que se sabía que el conflicto de intereses entre lo público y el personal del presidente valenciano Paco Camps iba mucho mas allá de si se pagaba los trajes o lo invitaban a ellos. Y luego no se logró apearlo. Ni a Mariano ni a Camps. Ahora hay una sentencia, pero también hay que salvar España más que nunca, y más que nunca somos españoles y mucho españoles. Ya hay próceres del bando teóricamente censurador, como Juan Carlos Rodríguez Ibarra -ese batman de la unidad de la patria, que solamente sale cuando ve en los cielos la señal de que España peligra- que aseguran que lo de robar (que robe el partido en el Gobierno, no cualquiera por la calle) le parece menos grave que qué haya unos ciudadanos que quieran hacerse con un pasaporte propio.

Y si antes -por las razones que quieran- los tres partidos sobre los que se debe sustentar una alternativa, o muchos de los pequeños que podían complementarla, no se sumaron a la opción que parecía evidente, Pedro Sánchez, veo difícil que lo vayan a hacer ahora, cuando está menos claro que el candidato a ocupar la Moncloa a corto/medio plazo vaya ser él. Una muestra de esa falta de voluntad es que al príncipe heredero y campeón constitucionalista, Rivera, no le importe pedir imposibles constitucionales (otro candidato, adelanto electoral) con tal de poner palos en la rueda. Otra demostración de esa impotencia es que esa mayoría parlamentaria no consiguió derrumbar ninguna ley de las que teóricamente rechazaba. Y ahí reside la segunda parte de mi apuesta.

Creo que las políticas puestas en marcha por este gobierno, con la excusa de la crisis o que por ahí les dió, son las peores que recuerdo para el funcionamiento normal de una sociedad. Y creo que la mayoría social así lo entiende. Desde los recortes en servicios públicos a los excesos represivos. Pero una cosa es la sociedad y otra su concreción electoral, por razones que no vienen al caso, pero entre las que podemos apuntar la predisposición progresista a pegarse tiros en el pie. Es decir, remover a Mariano Rajoy es una cuestión de salud democrática, pero que eso sirva para que mejore la salud de la democracia española es, como decía Samuel Johnson de las segundas bodas, el triunfo de la esperanza sobre la experiencia.

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