Entre gallegos anda el juego

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Dicen las crónicas de la malograda Convención del PP en Sevilla que los dirigentes y cargos del partido se fueron para casa todavía más preocupados de lo que habían llegado a la capital andaluza.

El tsunami Cifuentes, aplastada por el máster regalado de la Rey Juan Carlos acabó por hacer saltar por los aires una cita convocada para levantar el ánimo de los populares, deprimidos y golpeados encuesta tras encuesta.

El único que en esa casa parece conservar la calma, por llamarla de alguna manera es Mariano Rajoy que a fuerza de ir viendo caer uno tras otro y tras otra a todos sus posibles sucesores, a alguno de los cuales por cierto también ha empujado al abismo, puede llegar a la conclusión de que al final va a tener que darse el relevo a sí mismo.

Soraya Sáenz de Santamaría quedó calcinada en Cataluña; Cifuentes no va a llegar ni a los exámenes de junio; Cospedal saca el látigo y llama a defender «lo nuestro y a los nuestros» pero sabe que la sombra del despido en diferido de Bárcenas la dejó muy tocada y los negocios y amistades de su marido siempre le pueden dar un disgusto.

Muchos nos preguntábamos por qué Feijóo le había concedido ahora esa entrevista a Salvados y, seguramente, una de las explicaciones sea que así ya no tiene que hacerla dentro de unos meses

Así las cosas, decían en los pasillos de la Convención que la cosa queda entre los gallegos. Tendrá que ser «el gallego» proclamaban algunos refiriéndose no a Rajoy sino a Alberto Núñez Feijóo que preside la última Numancia del PP, la única Comunidad que aún gobiernan a sus anchas, con mayoría absoluta y sin los mosquitos de Ciudadanos dándoles el coñazo.

Feijoó parece tener ventaja a día de hoy pero también arrastra una sombra, la del capo Marcial Dorado y las famosas fotos juntos al sol que le perseguirán siempre. Cierto es que ya las ha exorcizado en La Sexta sometiéndose al tercer grado de Évole. Muchos nos preguntábamos por qué le había concedido ahora esa entrevista a Salvados en pleno boom de la Fariña y, seguramente, una de las explicaciones sea que así ya no tiene que hacerla dentro de unos meses cuando el momento de la sucesión esté ya mucho más cerca.

Feijoó sigue dejándose ver y querer pero tiene que ir con cuidado porque conoce más que nadie a Rajoy y sabe que un mal paso, te condena. Y a ver si, al final, no hay nadie en condiciones de sustituirle en el cartel y Mariano se tiene que volver a sacrificar. ¡Vaya tropa!

 

 

 

 

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