Para Palacios, Antonio

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Alquilar en Madrid es una auténtica odisea. Llevo tres meses rodeada de amigos que buscan casa y cuentan aventuras que a Rafael Azcona le darían para una saga de El pisito (1959). Un compañero de curro está pensando seriamente en hacer un José Luís López Vázquez y casarse con doña Mercedes, solterona que va para los noventa y tiene piso a veinte metros del trabajo. Y, entre tanto jaleo, mi empresa encontró nueva oficina en la Gran Vía. El día que le dieron las llaves, Mario Tascón nos llevó a verla. Esperaba un local al que habría que darle encanto, pero al llegar temblé de la impresión: vamos a mudarnos a la Casa Matesanz de Antonio Palacios.

Portal de la Casa Matesanz.

En El día de la bestia (1995) todos recordamos a Álex Angulo, a Santiago Segura y a Armando de Razza colgados del cartel luminoso del edificio Carrión. Pero yo, una curiosa de la arquitectura, me quedé con los planos rodados en verdad en el portal y en los ascensores de la Casa Matesanz. Álex de la Iglesia eligió esta delicia de la Gran Vía 27 como localización de la vivienda del profesor Cavan. No es el único guiño a Antonio Palacios que aparece en la película, donde también gozamos el paisaje del edificio de las Cariátides, sede actual del Instituto Cervantes.

El Palacio de Comunicaciones es la creación estrella del arquitecto porriñés. El NODO no se resistió a retratarlo, pero toda su potencia visual se la acercó al público de provincias la cinta Manolo, guardia urbano (1956), en la que Manolo Morán interpreta a un popular agente de tráfico que presta servicio en la plaza de Cibeles, por donde circulan los grandes actores de la época, siempre vigilados por la construcción de Palacios. Madrid (1987), de Basilio Martin Patino, nos sube hasta la planta octava del Palacio y nos abre los ojos a las impresionantes vistas de la ciudad. Y Matías, juez de línea (1995), la comedia negra de La Cuadrilla, rodó también delante del edificio que hoy alberga el ayuntamiento; a las 18:50, como delata uno de los relojes de la plaza.

El diseño de las primeras estaciones del metro de Madrid y el logotipo del rombo llevan la firma de Palacios. En la actualidad, la de Chamberí es una estación fantasma -la ampliación de la Línea 1 obligó a su cierre en 1966-, pero conserva todo el encanto trazado por el artista. Barrio (1998), el interesante drama social de Fernando León de Aranoa, sumerge en la terminal a los tres adolescentes protagonistas Javi, Manu y Rai. El mapa con los nombres de las paradas de la línea aporta color a esa magnífica secuencia, tan demoledora. Afortunadamente, ahora está restaurada por completo y abierta al público como museo. El mobiliario, los primitivos mosaicos blancos de las paredes y los originales carteles publicitarios -también de azulejo- constituyen un viaje delicioso al metro de 1919 que ideó Palacios.

No hay película o serie rodada en Madrid que esquive el rombo, seña de identidad del metro. Incluso las singulares cocheras de la estación de Cuatro Caminos, firmadas por el arquitecto, se adaptaron a las de la época para la grabación de un capítulo de Cuéntame como pasó.

Edificio de las Cariátides, actual sede del Instituto Cervantes.

Beltenebros (1991), de Pilar Miró, es una de las películas que fotografía el Círculo de Bellas Artes. En Una mujer bajo la lluvia (1992), de Gerardo Vera, no pasa inadvertida la escena de Ángela Molina y Antonio Banderas en la bonita cafetería del inmueble. Y en la desafortunada Deception (2008), de Marcel Langenegger, además del Círculo, vemos cómo Ewan McGregor y Michelle Williams entran en el edificio de las Cariátides.

Palacios también atrapó a directores de cine y televisión con su obra en Galicia. A Salvador Calvo lo conquistó la personalidad de las construcciones que forman la villa termal de Mondariz. Allí recreó los amoríos prohibidos de Sonsoles de Icaza con el cuñado de Franco, el ministro Serrano Suñer, para la serie Lo que escondían sus ojos (2016). En esta ficción histórica, interpretada por Blanca Suárez y Rubén Cortada, cuentan que aquella relación clandestina creció junto a la hermosa Fuente de A Gándara.

Ahora entro cada día en la Casa Matesanz y me emociono como la primera vez. Y mi compañero, el que buscaba piso, ya renunció a pagar un alquiler cerca del trabajo: busca viuda con edificio señorial.

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