Carta abierta al presidente de la Xunta

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Apreciado señor presidente de la Xunta, me dirijo a usted para, como ya he hecho en algún artículo, agradecerle su silencio de las últimas semanas, cuando fue el único de los líderes de los partidos políticos gallegos que no me apoyó en público en mi lucha contra la depresión, cuando la difundí, para ayudarme a mí mismo ayudando a los demás. Mi gratitud es plena aun sabiendo que en un cálculo político atinado era lo único que podía hacer, porque atacarme no sería na aconsejable y si me decía algo, se arriesgaba a una reacción brutal por mi parte.

Hablamos de una enfermedad terrible, que, según todos los indicadores que se disponen al decir de los mejores especialistas que conozco en Galicia y Cataluña, en nuestro país alcanza los niveles más altos del Estado, debido, aseguran, a la falta de luz. En el norte de Europa hay más suicidos que en el sur, por el clima. Y en la península ibérica pasa lo mismo, con Galicia en cabeza, seguida por Asturias.

Le agradezco que no dijese nada, ni por la vía directa ni la indirecta de sus resortes mediáticos, porque un mensaje de ánimo suyo me habría puesto ante un dilema imposible, pues respeto muchísimo su cargo, obtenido, de nuevo, en unas elecciones democráticas que, como dijo mi estimado profesor Pedro Puy en el debate de investidura, tuvieron unos resultados que no fueron contestados por nadie. Yo como politólogo y comunicólogo, quizás condicionado por la particular situación que padezco desde 2016, puedo tener reservas sobre las poco adecuadas condiciones de igualdad de oportunidades en lo que atañe al tratamiento y acceso a los medios de comunicación con las que se fue a las urnas. Pero no deben ser muy importantes, porque casi nadie más reflexiona sobre esto en público. Para mí usted es el presidente legítimo de mi país, sin ninguna duda.

Y ahora mismo pienso que lo fundamental es la lucha contra la pandemia. Usted tiene en sus manos la vida de 2,6 millones de gallegos, entre las que está la de la mujer que más quiero en el mundo, mi madre, que tiene 75 años, vive en Lugo y es una persona de riesgo, relativo, entiendo. Y lo mismo sucede con los padres de mi compañera sentimental, de más edad y por tanto en más peligro.

Sepa que desde hace dos meses estoy por orden facultativa desconectado de la actualidad y ya no domino los datos de la pandemia. Conocí, sin querer, un aumento de las muertes en Galicia que me preocupa, aunque no sepa ponerla en el contexto reciente de la dinámica española. Según usted la evolución general menos mala que en el resto del Estado es fruto de su gestión; según yo, hay que añadir factores adicionales, como el de que el bicho vino en tren, tardó en llegar, tenemos una acusada dispersión de la población y hay pocos jóvenes para funcionar como vectores involuntarios de propagación, entre otros muchos elementos, como la suerte. Ojalá la clave sea su gestión y estemos blindados.

Pese a la rabia que siento por la injustísima persecución que sufrí en estos años desde la secretaría general de Medios de la Xunta, que me lleva a pensar en irme a trabajar fuera de Galicia, me gustaría tener la altura de miras de Rui Rio, el líder del PSD portugués, el partido conservador hermano del PPdeG, para decirle que tiene todo mi apoyo en la lucha contra la pandemia, pensando en todos los gallegos, pero sobre todo en los más allegados.

Como persona y como líder del PPdeG sería un cínico y un hipócrita si no afirmase que usted me ha decepcionado muy profundamente. Desde mi insignificante posición, como periodista con 30 años de profesión, sin hacerlo en nombre de ninguno de los medios en los que colaboro, le tengo que pedir que cumpla mínimamente el artículo 20 de la Constitución España, el que garantiza el derecho a la información y a la libertad de expresión. Por lo menos deberíamos volver a los tiempos anteriores al 2016, los de antes del giro que hizo nacer el glorioso movimiento Defende a Galega de la TVG  y la Radio Galega, en respuesta a una manipulación intolerable incluso para los usos tradicionales en Galicia, en la que desgraciadamente el bipartito de PSOE y BNG no hizo el cambio prometido en este campo.

Yo no quiero regresar a los medios públicos, para pader el acoso laboral en la TVG que tanto daño me hizo. Tengo mi futuro enfocado hacia Cataluña. Lo que sufrí estos años profesionalmente en Galicia no es para nada la razón de hundimiento y de mis depresiones, que son muy anteriores, de tiempos en los que no sabía ni que usted existía. Pero desde luego el trato poco humano de estos años no ayudó nada. Sí que le solicito, desde mi insignificancia, que normalice la situación de los medios públicos, que abra una negociación con todas las formaciones políticas y con Defende a Galega y que se acabe con el ostracismo que sufre mi hermana de sufrimientos Tati Moyano. Son peticiones al presidente del PP de Galicia, no al de la Xunta, porque el segundo cuenta con mi respaldo total para luchar contra la pandemia.

Sant Feliu de Guixols, 16 de noviembre de 2020

Servicio especial no sujeto la remuneración, en el marco de la terapia médica

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