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El PP vive en un estado de nervios desconocido desde la inesperada y abrupta despedida de Mariano Rajoy. Acostumbrados a que todas las decisiones pasaran por el despacho y los silencios del presidente, de repente es normal que se sientan huérfanos y solos ante el peligro.

Una sensación que se multiplica estos días ante las dudas que parecen haberle entrado a Núñez Feijóo, el gran favorito del aparato del partido para la sucesión. El presidente de la Xunta había hecho llegar que estaba dispuesto a venirse a Madrid si era por aclamación, pero parece que Soraya Sáenz de Santamaría no está dispuesta a echarse a un lado.

Viniendo de donde venimos que los portavoces del PP se hayan puesto a pedir dimisiones hasta del presidente y a dar lecciones de moralidad sólo puede provocar hilaridad

Y así, en medio de la máxima incertidumbre, los portavoces del PP se han puesto a hacer méritos y oposición y por momentos, parecen pollos sin cabeza porque viniendo de donde venimos que se hayan puesto a pedir dimisiones hasta del presidente y a dar lecciones de moralidad y de rapidez en la gestión de las crisis de gobierno, solo puede provocar hilaridad.

Produce casi bochorno ver y escuchar a Rafa Hernando o a Maíllo hablando a todas horas cuando al PP le vendrían muy bien unas semanas de recogimiento y penitencia a la espera de que su nuevo líder marque las líneas a seguir.

Por ahora, los dirigentes del PP son el mejor regalo para el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez. Bueno, ellos y la misteriosa desaparición de Albert Rivera. Iker Jiménez va a tener que preparar un especial Milenio 3 porque lo del líder de Ciudadanos también ha sido espectacular.

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