La niña Leonor

Este artigo tamén está dispoñible en: Galego

La niña Leonor es un personaje de mi novela, Secretos. No voy a hacer autobombo hablando de esa niña en particular porque además, desde la primera frase del libro se sabe que la pobre no tiene futuro, sino que quiero reflexionar sobre la niña real. Mientras que para mí la niña Leonor es un personaje desgraciado, que me ha generado muchas páginas y satisfacciones, para el resto del país es una niña real, (y tanto) que aún siendo tan joven crea tanta polémica como la sentencia a ese rapero Hasel, que no canta más que verdades.

Manifestación en contra de la condena a Pablo Hasel.

Para los realistas españoles, la niña Leonor es un asunto de Estado, una maravilla, un prodigio infantil que crecerá y dará más reyezulos perpetuando una estirpe que se ha aprovechado de su posición y ha vivido del cuento durante siglos. Para los españoles republicanos, la niña Leonor representa la monarquía, una institución más obsoleta y absurda que la sección femenina franquista. Sin embargo, lo que me llama la atención en esta discordia, es que a nadie le preocupa en absoluto la felicidad de esta niña. Los deseos y sueños que pueda tener la infanta Leonor le dan igual a todo el planeta, incluyendo su propia familia y esto me parece lo más escandaloso, trágico y lamentable de la monarquía. Usar la vida y los deseos de un niño, para perpetuar su apellido y continuar aferrándose a un trono de hadas. ¿Cómo pueden creerse sus padres que, sin darle la libertad de elegir lo que quiere hacer con su futuro y su vida, pueden estar ocupándose del bienestar de su hija?

Las infantas Leonor y Sofía en el colegio Santa María de los Rosales en septiembre de 2019.

El público republicano parece muy indignado con que la niña se vaya a estudiar a Gales. A mí lo que me tiene perpleja es que los derechos individuales de la niña Leonor, como ser humano, son completamente irrelevantes. La infanta Leonor es la única niña de España a la que le está prohibido decidir qué le apetece hacer con su vida. Podrá estudiar en los mejores colegios y universidades del planeta, pero al final su destino ya está decidido. Desde que nació su futuro está escrito, tendrá que ser princesa y luego reina. Y ojo, no solo reina, tendrá que tener un hijo, lo quiera o no. No tendrá potestad sobre su cuerpo o su orientación sexual. Tendrá que ser heterosexual, lo sea o no. Con mi mayor respeto a esta familia, esta niña es una esclava de la institución monárquica. Otro maniquí que los borbones han estado usando durante generaciones.

La infanta Leonor con su padre, el rey Felipe VI.

Una cosa es que a una familia de disparatados les dé por creerse que por tener un apellido con dos bes, pueden vivir sin levantar un dedo desde la época del absolutismo, y otra cosa es que para implementar ese carnaval, usen a una niña desde el día en que nació. ¿Vivimos en la Edad Media o en Arabia Saudita? ¿Es que en nuestro país los niños no tienen derechos? La monarquía no es solo una institución sin sentido y con fines de lucro, sino que es una de los quistes más dañinos y egoístas que hemos heredado del antiguo régimen. Las familias reales son inmunes a los deseso individuales de sus hijos.

Foto de la familia de la Casa Real.

¿Quién se puede creer que el rey Felipe ya quería ser rey desde que usaba pañales? Y no solo eso, si no que a su primogénita resulta que le sucede lo mismo. El lavado de cerebro al que debe haber sido sometida esta niña desde su más tierna infancia, debería ser ilegal. A mí me parece que la situación de la niña Leonor, es un claro caso de abuso infantil. Si la manipulación psicológica de un niño, haciéndole creer que es  tan especial que lo único a lo que puede aspirar en su vida es a ser rey, que lo único que podrá hacer es casarse y, por obligación, parir un hijo, (que también será convertido en esclavo del apellido familiar), no es maltrato, explotación infantil y privación de la libertad individual, entonces no entiendo nada. ¿Y si la niña Leonor es lesbiana? ¿Y si no se siente a gusto en el sexo con el que ha nacido? ¿Y si es trans o queer? ¿Y si quiere ser futbolista, escritora, percebeira, cantante o lo que de verdad le apetece es cruzar el mundo navegando o montarse una granja en África, ser periodista como su madre, o dejarlo todo y casarse con un actor mulato y mudarse a Canadá? ¿Y si lo más decente que podrían hacer sus padres es preguntarle a la niña Leonor, su hija, qué le apetece hacer con su vida? Y ya de paso, un día cualquiera, no hay prisas, cuando tengan tiempos sus señorías hacedores de la democracia (sean quienes sean), también podrían preguntarnos al pueblo español, si queremos tener monarquía. Cada cosa a su tiempo, ya sabemos que las cosas de palacio… Mientras tanto, yo continúo a lo mío, que es inventarme historias sobre las andanzas de los parientes de mi niña Leonor que, como si fuera la real, nadie consiguió salvar.

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