El rey olvidado: Fernando Rey

Este artigo tamén está dispoñible en: Galego

»Alucino con que gente de treinta y muchos anos no tenga ni idea de quién es Fernando Rey», le confesaba hace unos meses Fernando Casado a la periodista Isabel Bugallal. Yo, como el hijo del actor y de la actriz Mabel Karr, también alucino, porque muchas de sus películas están consideradas clásicos de relevancia universal y, sobre todo, porque fue un intérprete formidable, el mellor de Europa para Orson Wells, que llegó a reclutarlo para Campanadas a medianoche (1965).

Orson Welles y Fernando Rey.

La poderosa dicción de Fernando Rey enseguida llamó la atención de la industria. El productor vigués Cesáreo González le ofreció el papel de narrador en Sabela de Cambados (1949), y Luis García Berlanga le sacó todo el brillo a esa voz inolvidable que nos presenta Villar del Río y los veciños de Bienvenido, Mister Marshall (1953), una cinta cargada de acidez, ilusión y tristeza. Con la voz del actor coruñés también hablaron el Gary Cooper de Buffalo Bill o el Laurence Olivier de El príncipe y la corista.

Cómicos, de Juan Antonio Bardem.

Con Rey como cabeza de reparto, Juan Antonio Bardem dirigió Cómicos (1954), el retrato de un mundo, el del teatro, que los dos conocían tan bien. Director y actor repetirían en La Venganza (1957) y en Sonatas (1959), en una década en la que el comediante tuvo como cómplices de viaje a Fernando Fernán-Gómez, Enma Penella, el clan Ozores o Tony Leblanc.

Catherine Deneuve con Fernando Rey en Tristana.

Su encuentro con Luis Buñuel marcó la historia del cine español. En Viridiana (1961), donde el actor encarna a un soberbio don Jaime, el humor y el cinismo para retratar la religión nacen del genio compartido de Buñuel y de Rey. Seguro que el siempre crítico Pérez-Galdós admiraría la adaptación, tan literaria, de su novela Halma (1895) y del personaje de Catalina de Artal, la Viridiana que en la película interpreta la actriz mexicana Silvia Pinal.

Los 70 los reuniría en tres rodajes más. Con Tristana (1970) Buñuel recupera otra historia de Galdós y escribe para Fernando Rey un don Lope tan complejo como contradictorio. La magistral El discreto encanto de la burguesía (1972), Óscar a la mejor película extranjera, es imposible de clasificar: a veces broma trágica, a veces drama corrosivo, surrealista de principio a fin. Pero si tuviese que escoger una sola de las interpretaciones de Fernando Rey -la de más matices, en la que más brillan sus gestos y sus miradas- es el Mathieu que compuso en Ese oscuro objeto del deseo (1977), el film que cierra el talento de Buñuel.

El actor Fernando Rey, con la actriz Ángela Molina, durante el rodaje de la película Ese obscuro objeto de deseo, de Luis Buñuel.

A medio camino entre el cine y el documental, el audaz e innovador thriller de William Friedkin, The French Connection: contra el imperio de la droga (1971), muestra los suburbios de Nueva York, donde se esconde el capo de la droga Alain Charnier, nuestro Rey. Basada en una operación real de dos agentes de narcóticos en los años 60, la cinta -que abrió un nuevo camiño para el cine y las series policiales- resulta más que recomendable ahora que las historias sobre el narcotráfico son tendencia en el audiovisual.

Fernando Rey y Omero Antonutti en sus personajes del Sr. de La lage y del Marqués de Ulloa.

En Los Pazos de Ulloa (1985), Fernando Rey respira Galicia, contagiado por Emilia Pardo Bazán. Gonzalo Suárez eligió al señor de la Lage perfecto para este drama de pasión, religión y política. No fueron los únicos rodajes de Rey en nuestro país: Fernández Flórez imaginó un bosque fantástico y Rafael Azcona le sirvió un magnífico guión a José Luis Cuerda en El bosque animado (1987). El señor D’Abondo está soberbio en esta deliciosa película coral. Fernando Rey cumplía años y sus papeles crecían con él.

Fernando Rey, en El bosque animado.

Era un caballero y fue un señor hidalgo, el más célebre de todos, en  El Quijote de Cervantes (1991), con un guión adaptado por Camilo José Cela y donde encontró a un Sancho Panza a su enorme altura, Alfredo Landa.

Fernando Rey soñaba con ser arquitecto, pero sus grandes construcciones fueron sus personajes, que nos abrieron los ojos al mundo en años agridulces, especialmente para el actor: estrella en los carteles de las grandes producciones cinematográficas de la España de la dictadura, mientras su padre, un general republicano, cumplía condena en las cárceres franquistas.

Hay personas que deberían estar siempre en nuestra memoria. ¡Viva el Rey! Don Fernando, claro.

Este artigo tamén está dispoñible en: Galego

cool good eh love2 cute confused notgood numb disgusting fail