Rueda, el Bárbaro

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Hay que felicitar de corazón a Alfonso Rueda, el vicepresidente del Gobierno gallego. No se pueden destruir más cosas en menos tiempo y de manera más eficiente para conseguir absolutamente nada. Había rumores, pero ya es oficial. Por donde pasa el vicepresidente no vuelve a crecer ni la hierba, ni nada. Desde Conan el Bárbaro, no se había visto un poder de destrucción comparable a este lado de mundo.

En su bárbara gestión del conflicto de la Justicia todo son desgracias. Los máximos responsables políticos de la justicia y de la negociación colectiva en la función publica quedan desautorizados y quemados como negociadores. Los trabajadores de la Justicia, que eran un cuerpo unido con interlocutores claros con quien negociar, ahora comparecen divididos y enfrentados y sin interlocutores claros con quien pactar cómo recuperar de la manera más eficaz posible el tiempo y los daños causados. Los juzgados siguen asfixiados por el retraso y el bloqueo, pero ahora, además, quedamos sin agentes representativos con quien acordar una estrategia de agilización y desbloqueo.

Rueda, el Bárbaro, puede exhibir las cabezas de dos presidentes del comité de huelga y el impresionante éxito de empezar ofreciendo noventa euros y acabar firmando por casi un 70% más

Miles de ciudadanos fueron severamente castigados por las consecuencias de una huelga que aún nadie ha sido capaz de explicar por qué duró tres meses, mucho menos hemos visto a nadie asumir la responsabilidad por haberse alargado de manera tan irracional. Miles de ciudadanos seguirán castigados por el año y pico de retrasos extra que nos queda para volver a los retrasos habituales; y todo esto sin contar los miles de euros gastados para que en la TVG o en La Voz de Galicia el vicepresidente siempre fuese el bueno y el guapo y los sindicatos los feos y los malos.

A cambio de tan monumental balance de daños, Rueda, el Bárbaro, puede exhibir las cabezas de dos presidentes del comité de huelga y el impresionante éxito de empezar ofreciendo noventa euros y acabar firmando por casi un 70% más. En cualquier empresa privada, de esas de las que tanto les gusta hablar y en las que tanto les gusta trabajar a los cargos Populares cuando dejan, según ellos, de palmar pasta en el servicio público, ya habría semanas que estaría despedido por tóxico para los activos de la empresa y por incompetente en la gestión de conflictos.

Aquí fue una vez al Parlamento a dar explicaciones y dice que no vuelve porque ya estuvo y no le gusta repetir visitas turísticas, aunque sea a la institución que representa a los miles de gallegas y gallegos que van a pagar en su lomo y con su cartera las consecuencias de una huelga que no ha sabido arreglar. Visto un parlamento, vistos todos; ese es el lema de Alfonso Rueda, el Bárbaro, mientras ya se prepara para la siguiente catástrofe.

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