Fútbol, pan y circo

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No saber de fútbol tiene que ser pecado. Hace unas semanas, tres amigos se quedaron bizcos cuando les dije en el desayuno que yo, ni idea de en qué equipo jugaba Messi. Conocerlo me parecía ya un logro, pero Luís Pousa, Xurxo Chapela y Rafa Cabeleira empezaron a mirarme diferente. Estaba segura de que el campo era verde hasta que un colega guionista me dijo que él lo veía rosa, y empecé a dudar. Que mi amigo sea daltónico es un detalle sin importancia, pero con su frase tumbó todos mis conocimientos futboleros. Eso no impide que busque integrarme en las redes con tuits sobre el Mundial. En una de estas, Henrique Mariño me retó a escribir sobre fútbol. ¡Como si para escribir de fútbol tuviese que saber algo de fútbol!

John Houston emocionó en Evasión o victoria (1981), inspirada en el Partido de la muerte. Cuenta el encuentro, histórico, que enfrentó en 1942, durante la ocupación nazi de Ucrania, a futbolistas locales del FC Start con soldados de los ejércitos de Hitler. La victoria del Start acabó con los jugadores ucranianos torturados en campos de concentración. La ficción de Houston, con Silvester Stallone, Michael Caine y el mismísimo Pelé, tiene un final conmovedor. El equipo de prisioneros ve en ese partido contra los militares germanos, disputado en el Estadio Colombes de París, una oportunidad de evasión. Finalmente ganan los presos y consiguen huir: un hermoso homenaje a aquellos futbolistas que en la realidad también lucharon por vencer sin permitir que los intimidasen.

La primera vez que pisé una tribuna vip en el cine fue en Volver a empezar (1982). Jugaban en El Molinón el Atlético de Madrid y el Sporting de Gijón de José Luis Garci, autor del gol del triunfo que supuso el primero Óscar para el cine español. En el palco, chupando plano y Cohiba, acompaña a Antonio Ferrandis y a José Bódalo el entonces presidente colchonero, el controvertido doctor Cabezas.

Ricardo Darín me conquistó en El secreto de sus ojos (2009), de Juan José Campanella. Un thriller emocional en el que los nombres de algunos jugadores del Racing Club de Avellaneda aparecen en la oscura trama como pista para que acudan al estadio del Atlético Huracán el agente judicial Benjamín Espósito -un brillante Darín- y su ayudante Pablo Sandoval –Guillermo Francella, también inmenso-. El título no defrauda: las miradas durante toda la cinta son tan brillantes como los diálogos.

Ciudad de Dios (2002), de Fernando Meirelles e Kátia Lund,  tiene un ritmo trepidante. Relata la vida degradada en una favela de Río de Janeiro a lo largo de treinta años. Y el fútbol, con balones desgastados, es parte fundamental de esa supervivencia. El flim emplea un recurso narrativo magnífico: durante una persecución de la policía por el laberinto de chabolas, los delincuentes escapan infiltrándose entre chavales que juegan una pachanga. El mensaje de que el fútbol acoge a todos sin distinguir clases simboliza la formidable importancia de este deporte en Brasil.

En España somos muy de comedia con algo tan serio como el balompié; sirvan de ejemplo Días de fútbol (2003), de David Serrano, o El penalti más largo del mundo (2005), de Roberto Santiago. También en las series chutamos por las risas. Pelotas (2009), de José Corbacho y Juan Cruz, es una comedia de domingo, día de partido para el Unión FC. Dos temporadas, en la televisión pública, de muchachos de barrio y fútbol, donde las derrotas -la mayor parte de las veces- y las victorias en el campo son lecciones de vida cotidiana.

En las cadenas de abono el tirón do fútbol tampoco pasa inadvertido. Estamos acostumbrados a pagar por ver partidos, y las plataformas apuestan por producir ficciones sobre el deporte rey. Club de Cuervos (2015) tuvo una de las promociones más originales y efectivas: la publicación en todos los periódicos de una necrológica de Salvador Iglesias, dueño de un club imaginario de la máxima división mexicana, resultó un pelotazo. Ese es el punto de partida de la primera serie en español de Netflix: las luchas de poder de los herederos de Salvador Iglesias por el control de los Cuervos de Nuevo Toledo. Una serie que engancha más allá del fútbol.

Campeones, el manga que arrasaba en España en los 80, trajo polémica por el lenguaje un tanto agresivo de Oliver, Benji y sus amigos. Cuentan que en el remake que acaban de estrenar salen Cristiano Ronaldo y Messi (por lo menos, estos dos sí que sabré quiénes son).

Sí, voy a ver La gran final (2006), la de Gerardo Olivares. Y aún habrá quien diga que no paso horas con esto del fútbol, o que el fútbol no es arte.

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