Bocados de realidad

Este artigo tamén está dispoñible en: Galego

Con las historias de la pantalla, de la grande o de la pequeña, viajamos en una montaña rusa de sensaciones. En la ficción nos pone una buena intriga, generosa con el suspense y que nos tenga pegados a la butaca o al sofá tratando de resolverlo todo antes de que nos desvelen el final. Si lo que vemos está basado en hechos reales, tiramos de empatía: intentamos ponernos en la piel de los protagonistas y sentimos lo que nos cuentan con diferente intensidad que cuando nos enfrentamos a una aventura discurrida por guionistas.

El brasileño Wagner Moura se mete en la piel de Pablo Escobar en la serie Narcos.

A veces conocemos la historia real, todas sus peripecias y cómo acaba, pero eso no quita atractivo al relato. Yo soy de las que veo las series con el ordenador encendido, consultando cualquier dato para que no se me escape detalle. Así vi las dos primeras entregas de Narcos (2015-2016), narración enhebrada desde diferentes puntos de vista: el de los agentes de la DEA a la caza del líder del Cártel de Medellín, Pablo Escobar, y el del propio protagonista, cargado de tensión. Es convincente, pues cada trama está avalada por testimonios de los protagonistas y por los periódicos de la época.

La reina Isabel y su marido junto a los Kennedy, en la vida real y en la ficción de The Crown.

La exquisita serie The Crown (2016, y a la espera de la tercera entrega) narra acontecimientos relevantes de la historia de Inglaterra con la mirada de la familia real británica. Me parecen excelentes, y humanos, los retratos de la reina Isabel y del primer ministro, Winston Churchill; sobre todo, la evolución desde su tensa relación inicial hasta la confianza que acaba cuajando entre ellos. Sorprende, por lo ingenioso, que le dediquen un episodio a la niebla que cubrió Londres en diciembre de 1952, una historia quizá menos estridente que como la refleja la serie, rigurosamente documental salvo cuando le reserva una licencia lírica final a la secretaria de Churchill.

John Lithgow es el actor encargado de interpretar a Sir Winston Churchill en The Crown.

Chernobyl (2019) es un relato magnífico, coproducido por EE. UU y Reino Unido, sobre la explosión en 1986 de aquella central nuclear ucraniana. El relato encoge el corazón tanto por el respeto a los ciudadanos que vivieron en la ignorancia lo ocurrido, como por las tramas paralelas -no cabe más amor y entrega en la historia de Lyudmilla Ignatenko-. Menos de acuerdo se mostraron en su crítica los popes del Partido Comunista de la Federación de Rusia, a quienes le salió urticaria al ver retratados a los líderes del Politburó como políticos desapiadados y promotores del secretismo más inhumano. La dramatización de la catástrofe de Chernobyl guarda una fidelidad minuciosa con las imágenes y la documentación a las que todos tenemos acceso. Impresiona.

El científico Valeri Legásov está interpretado por el actor inglés Jared Harris.
El vicepresidente soviético Borís Shcherbina e Stellan Skarsgård, el actor de Chernobyl
Jessie Buckley es Lyudmilla Ignatenko, viúda de un bombero de Chernobyl.

Fariña (2018) es clave para comprender lo que se vivió en las Rías Baixas en la década de 1980. La imagen de los narcotraficantes, tan exacta, nos provoca escalofríos cuando reconocemos a Sito Miñanco en la piel de Javier Rey, a Manuel Charlín en la de Antonio Durán Morris y a Laureano Oubiña en la de Carlos Blanco. A la altura, para acompañar la potente crónica dirigida por Carlos Sedes, están la fotografía, la música y la ambientación.

Fotograma de la serie Fariña.
Antonio Durán, Morris, en el papel de Manuel Charlín.

La miniserie Códice (2014), del pontevedrés Jorge Cassinello, cuenta la rocambolesca peripecia del electricista de la Catedral de Santiago Manuel Castiñeiras, quien, no contento con mangar tres millones de euros, se anima a robar en 2011 la pieza más valiosa de la biblioteca catedralicia, el Códice Calixtino. Para darle más riqueza al relato, el guion estructura la investigación desde diferentes perspectivas: la de la policía, la de los periodistas, la de los amos de la Catedral e incluso la versión de Castiñeiras. El thriller, con Francis Lorenzo, María Vázquez y Miguel de Lira en los papeles principales, está perfectamente armado e interpretado. Un acierto de la produtora Ficción Producciones.

Morris y Miguel de Lira caracterizados como el deán de la Catedral y el electricista que robó el Códice Calixtino.

Esta era televisiva -«edad de oro» o «época caramelo» de las series- está llena de historias reales que guionistas con sensibilidad son capaces de articular con una habilidad admirable: ficciones con sustento real tan enormes como Breaking Bad (2008-2013), Mad Men (2007-2015), Master of Sex (2013-2016) o Peaky Blinders (2013-2019).

El Walter White real y el de la serie Breaking Bad.

Esta semana habría cumplido 54 años el guionista Pablo Olivares, creador, junto a su hermano Javier, de El Ministerio del Tiempo (2015-2018), una serie en la que la realidad y la ficción conviven con sutileza y emoción. Mi admiración, respeto y agradecimiento a tantos guionistas que me hacen vibrar. ¡Bendito oficio!

Personaxes históricos de El ministerio del tiempo.

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