Deseo confinado

Este artigo tamén está dispoñible en: Galego

La  cuarentena va por barrios. No es lo mismo un piso interior que una choza con piscina. Con criaturas o sin ellas, estar solo, en armonía con alguien o mal acompañado. Tener costumbres tirando la sedentarias que ser tirando a out-door y vivir más fuera que dentro. Como cada polvo es un mundo, cada situación es otro.
Limitémonos a la nación gay. Al colectivo LGTBI. Queer. Ya sé que no son lo mismo, pero que cada uno lo razone en su cabeza. Hablamos de tipos y tipas que nos relacionamos sexual y  afectivamente con otros del mismo género, elegimos la identidad que queremos o simplemente hemos optado por apartarnos de los esquemas familiares más habituales, caminando por los márgenes de la vida, cada uno más o menos alejado de los cánones establecidos. Un universo de peña que gracias a las nuevas visibilidades crece en número e importancia social y que fue estableciendo un estilo de vida muy muy heterogéneo, pero del que podemos extraer algunas singularidades.
Foto: Elvin Ruiz (Unsplash).
Muchas personas vivimos solas, enredadas con relaciones sexoafectivas cerradas o abiertas, pero sin compartir espacio vital, cada uno o una en su casa. Otras somos solitarias de  reglamento, ya que es frecuente que cueste mucho establecer lazos estables y prolongados en el tiempo, dando lugar a un prototipo masculino que quizá sea el más frecuente entre la población  gay de nuestro entorno. Hay personas que llevamos décadas conviviendo con padres, madres o hermanos, felices de nuestra realidad. Y estamos las maricas o lesbis acomodadas, entre las que me encuentro, con parejas longevas, unas cerradas, otras abiertas al sexo ocasional.
Algo bastante frecuente en esta nación gay es la entrega a los placeres sociales. A La fiesta, al sexo en parejas o grupos, a una forma de relacionarmos que muchas veces desde fuera se  estigmatiza como una disfunción psicológica o social, algo que en general nos produce mucha, mucha risa.

La mayoría de nosotros follamos —o al menos tratamos de follar— bastante, queridas y queridos. Exhibimos, nos comportamos con un plus de sexibilidad, con ganas de atraer, gustar y satisfacer. Muchos y muchas tenemos amores con los que no convivimos. De vez en cuando hacemos pequeños grupos de número variable en ciudades más o menos próximas para enrollarnos una noche de puro sexo, piel con piel, sudor, relax, felicidad y vuelta al tema. Viajamos con el propósito pasar un finde con alguien que nos apetezca. O vamos a bares, parques, playas, saunas u otros lugares en los que mantenemos sexo con personas desconocidas, o tenemos uno o varios amantes esparcidos por cualquier geografía con los que no convivimos. O si podemos abandonamos quince minutos el trabajo porque justo en la puerta de al lado podemos ganar algo de lujuria con un amante estupendo. Y quienes hacemos eso, vivimos solos, o con familias, o con parejas del mismo o distinto género, o con hijos, y tenemos ese tipo de costumbres, ocultas o no.

Foto: Juli Moreira (Unsplash).

Es una manera de ejercer el ocio, un modo de vida, muy muy frecuente, incluso diría que bastante generalizado. Y si ya llevamos el confinamiento de aquella manera, sin gimnasio, sin paseos regeneradores, muchos y muchas de nosotros en la soledad de nuestra casa, prendidas del teléfono o del skype para tomar cañas con los colegas, como el resto de la humanidad, añádele prescindir de algo tan revitalizante y cultural como el sexo divertido y  despreocupado.

Claro que nos queda la justicia por la mano, como sustituto de consuelo. Cuantas pajas felices se estarán haciendo por cada mil habitantes estos días de encierro. Pero ya sabemos que la  masturbación no trae la salvación, y contamos los días en los que recuperar los espléndidos intercambios de fluidos, el sudor conjunto, las miradas morbosas, el sexo legendario en cualquiera monte o motel. La Nación Gay sabe que los besos, los abrazos, las mamadas, las  folladas, serán lo último en autorizarse. Sólo algunos  fetichistas que joden con máscara y ropa de vinilo pueden tenerlo algo más fácil. El resto, nos mantendremos al final de la cola para incorporarnos a la normalidad.

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