Viñetas que respiran

Este artigo tamén está dispoñible en: Galego

Los sábados en casa eran días de tebeo. No importaba la estación del año, mi padre formaba a la prole y nos llevaba en el barco Vigo-Cangas a pasar el día. Siempre el mismo ritual: compraba historietas para todos en el quiosco de la estación marítima y, después de un baño en la playa de Area Milla, almorzábamos nécoras en el bar de Maximina. Leer en la travesía las viñetas -que en el viaje de vuelta intercambiábamos entre los hermanos – era el comienzo de un sábado perfecto. Yo siempre escogía Din-Dan o Pulgarcito, las que más páginas traían de mis personajes preferidos: los de Vázquez y los de Ibáñez. Había Aprendido a leer con las Aventuras de Tintín y, con cinco años, el lenguaje de dibujos y bocadillos ya me resultaba tan familiar como el sabor de las nécoras.

Es complicado hacer series o películas de tebeos: todos escuchamos antes en nuestra cabeza las voces de los personajes. Cuando salieron a la venta las películas de las Aventuras de Tintín las compré todas. El hablar distraído del profesor Tornasol o los insultos y juramentos del Capitan Haddock no tenían nada que ver con lo que yo llevaba años oyendo en mi imaginación. Hice un esfuerzo brutal por no desesperarme mientras miraba los filmes, hasta que la completa decepción llegó con Las Joyas de la Castafiore, donde Bianca Castafiore, el Ruiseñor de Milán, interpreta su famoso «Aaaah!!! Yo río de verme tan bella en este espejo»: estaba claro que ningún actor, humano o de animación, me hubiera sabido cantar nunca la «Aria de las Joyas» de la ópera Fausto como la destroza, en mi imaginación, la diva que más tímpanos ha roto.

Otro asunto es la recreación e interpretación de las tramas de las viñetas con actores y espacios construidos para la pantalla. Peter Jackson convenció a Steven Spilberg de que la única manera de llevar la novela gráfica al cine era con personajes de carne y hueso. E hizo diana: con el film Las aventuras de Tintín: El secreto del alicorno (2011) sentí la misma intriga y emoción que vivía cada vez que abría una nueva aventura del audaz reportero de Hergé. Los autores prometieron una trilogía, pero de momento toca esperar. La recaudación de aquella película no consiguió ni la mitad de lo esperado, razón de peso para dejar el proyecto aparcado en un cajón.

No hay superhéroe que no tenga su saga en la pantalla: Superman, Spider-Mano, Batman, Hulk… la lista es tan grande como titanes conocemos. Los cómics más populares cuentan peripecias de acción muy atractivas para el cine familiar. Los clásicos de las viñetas tienen otra vida gracias a las nuevas tecnologías.

Desde la banda diseñada llegué a muchas películas, como la adaptación de Tamara Drewe (2010), una historieta bien divertida de la británica Posy Simmonds. La cinta, dirigida por Stephen Frears, no alcanza el encanto del cómic: pura explosión de ironía y personajes deliciosos que merece la pena leer. Os hablo, obras de Hergé a parte, de la novela gráfica que mas veces regalé.

En el poderoso relato, negrísimo, Una historia de violencia (1997), la sangre te salpica con los dibujos de Vince Locke y el guión de John Wagner. David Cronenberg, en el 2005, da movimiento la esas viñetas a través de las caracterizaciones de Viggo Mortensen, María Bello, Ed Harris y William Hurt: brillantes interpretaciones al servicio del talentoso juego de imágenes construido por el director. La secuencia de Tom y Edie en la escalera resulta irresistible; trece años después no hay en el cine una sola escena de sexo que la supere. Por la adaptación del guión Josh Olson fue nombrado a los Oscar, y mereció llevar a casa el trofeo -finalmente, para Diana Ossana y Larry McMurtry, por Brokeback Mountain-. Una historia de violencia es, en cómic o en celuloide, una genialidad.

El apocalipsis zombi imaginada por Robert Kirkman e ilustrada por Tony Moore yo la conocía como Los muertos vivientes antes de que se convirtiera en The Walking Dead. La serie me atrapó, algo que no había conseguido la novela gráfica. Hace unos meses llegó a mis manos uno de los últimos números de los cómics que en España publica Planeta y sentí que la ficción televisiva, en su octava temporada, se estaba alejando de la historia original y transitaba por otras tramas independientes de las viñetas.

Hoy es sábado. No habrá travesía en barco, baño, ni nécoras, pero bajaré el quiosco a comprar un tebeo y llamaré a mi padre para contárselo.

Este artigo tamén está dispoñible en: Galego

cool good eh love2 cute confused notgood numb disgusting fail