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Los viejos gallegos, además de no enamorarse, como recomendaba Castelao, tampoco deben manifestarse, si tenemos que hacerle caso a un Gobierno de España que reaccionó espetándoles que se quejan de vicio y que miren para los parados, para los dependientes o para los jóvenes, comparen y si encuentran algo mejor que lo compren; como si nuestras abuelas y abuelos no miraran todos los días a los hijos y nietos en el paro o a su pareja o pariente dependiente a los que llevan años atendiendo y protegiendo con su rácana pensión allí donde el Estado decidió retirarse y abandonarlos su suerte.
Los pensionistas gallegos tardaron en arrancar pero ahora ya van lanzados. Se demoraron en protestar porque nuestros viejos son gente sufrida y de orden, son conservadores en su mayoría y aún creen de buena fe en las promesas que les hace O Noso Alberto y el miedo que les mete O Noso Mariano, avisando que se aproxima el Armagedón de las pensiones en una Galicia y en una España en la que sólo vivirán viejos, los jóvenes sólo pueden trabajar de repartidores o de camareros y Amancio Ortega seguiría siendo el hombre más rico del mundo.
Lo asombroso del caso gallego no es que los viejos voten al PP. Lo realmente inexplicable es que tantos voten al PSdeG, a la Marea o al BNG cuando se pasan el día recriminándoles que venden su voto por un bocadillo y un baile, que se dejan acarrear, que no saben lo que votan o que son cobardes y siempre van con el que manda.
No fueron los partidos de la oposición los que consiguieron meter el asunto de las pensiones en la agenda esta vez. Fueron los pensionistas con su movilización y su indignación porque, ni en España ni en Galicia, si les regaló ni se les va a regalar nunca nada. Sólo con los intereses que generaba cada año la hucha de las pensiones antes de que la fundiese O Noso Mariano se podrían haber actualizado dos veces cada año. Cuartos hay, lo que no hay es respeto por los viejos.
La pensión media gallega es de 783,72 euros, la más baja junto con Extremadura. Otra de las consecuencias de maltratar y explotar sistemáticamente a nuestros labradores y a nuestros pescadores sin ofrecerles por lo menos una mínima previsión social. Y la subida media es de 2€ por mes. Para actualizarlas con el coste de la vida la subida media debería ser la astronómica cifra de 14€ por mes. Nunca le oí a O Noso Alberto, el campeón del déficit, decir una sola palabra respecto de esta vergüenza, ni quejarse de que nuestros mayores se encuentren entre los más maltratados del Estado.
Al presidente gallego le oí hablar mucho de Catalunya y de los catalanes y sé que tiene una opinión muy formada sobre el Estado de derecho, la Constitución y el derecho de autodeterminación en una perspectiva comparada; pero de que la pensión media de los jubilados gallegos se acerque por lo menos a la media estatal, nada, ni pizca; será que no es cosa suya, porque ya me dirán que tendrá que decir en eso el presidente de todos los gallegos, o es que no lo sabe porque él sólo está para los temas de Estado verdaderamente importantes.
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