La Xunta y Fomento vuelven al lugar del crimen

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Se prueba una vez más que la tentación de volver a la escena del crimen es irresistible. Apenas unas semanas después de que O Noso Mariano y O Noso Alberto se presentasen en el puente de Rande para inaugurar las obras que vamos a sufragar a escote, y que le sirven como excusa a la concesionaria para volver a subir los peajes, aquí estamos otra vez, pagando por lo que ya pagamos varias veces antes para  «liberar» –nunca mejor escogido el verbo- a quien transite por el tramo Vigo-Redondela.

Es sorprendente cómo funcionan las autopistas por aquí. Cuando se trata de inaugurar algo, lo que sea, incluso un área de servicio, las autoridades se apresuran a cortar la cinta y a apuntarse el tanto. Cuando miles de ciudadanos se quedan atrapados en la nieva, esas mismas autoridades nos cuentan que la culpa es de la concesionaria porque el Estado no puede entrar ni tomar decisiones sin su permiso. Por lo visto, las autopistas en España son coma las iglesias, no se puede entrar sin permiso del Papa o del cura.

En esta ocasión fue la conselleira de Infraestruturas, Ethel Vázquez, quien nos dio la «buena noticia» de que terminaba el secuestro de los habitantes del área de Redondela, porque su liberación la íbamos a pagar a escote todos los usuarios de la autopista y que ya nos dirían los de la empresa concesionaria, Audasa, cómo y cuándo se hará.

Hay que reconocerlo, Los Soprano eran unos aficionados. A lo mejor es necesario ir juntando billetes pequeños y sin marcar para ahorrar, aunque sólo sea tiempo. Aún no ha acabado de completarse la subida en tres fases de los peajes anunciada a principios de año y ya viene la segunda subida en camino, también por nuestra culpa, por hacernos un favor y siempre por nuestro bien.

Vivimos tiempo gloriosos para las «fotos chulas» en la política gallega. Nos toca a una o dos diarias. Son esas fotos en las que ellos y sus amigos de las empresas privadas quedan como campeones vendiéndonos, entre grandes sonrisas y fenomenales abrazos, el favor de hacernos pagar, y bien, por algo a lo que teníamos derecho porque ya lo habíamos pagado antes, y varias veces, mientras a ellos les sale gratis total retratarse. Nunca gobernar ha salido tan barato.

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