No es un óleo, es un espejo

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Tal como sucede con El retrato de Dorian Gray que, según la trama de la novela de Oscar Wilde, va reflejando a lo largo de tiempo la verdadera escencia del alma del retratado, existe una pintura que es capaz de develar la auténtica matriz del pensamento de los gallegos y de las gallegas: el óleo A derradeira lección do mestre, de Alfonso Daniel Rodríguez Castelao.

De pie, delante de esa pieza de dos metros que condensa la barbarie de la Guerra Civil y las consecuencias para la cultura y para la libertad de pensamiento, hubo quien vió la necesidad de llevarse la pintura a Galicia, y listo. Para que fuera conocida por el pueblo gallego. Para que ese maestro asesinado que evoca a Alexandre Bóveda, para que esos chicos sufrientes delante del cuerpo, para que cada uno de los trazos de Castelao sean capaces de recordar que las heridas siguen abiertas mientras haya muertos en las cunetas.

Por eso, exigen un “retorno definitivo” de la pintura que alguna vez fue definina como el Gernika gallego. Pero para eso fuera posible, para que hubiera retorno, la obra tendría que haber sido pintada en Galicia. Y no. No fue pintada allá. Fue pintada en la Argentina. Fue regalada en el año 1945 por Castelao al Centro Ourensán, una institución argentina fundada por gallegos emigrados. Una institución que más tarde se sumó a otras componiendo el Centro Galicia de Buenos Aires, uno de los referentes más modernos y sólidos de la diáspora gallega en el mundo.

Por eso, quien delante del cuadro vio la necesidad de llevarse la pintura a Galicia, y punto, olvida a sus propietarios, omite las leyes que imperan en el país al que pertenece esa obra y, sobre todo, pasa por alto el hecho de que existen otros gallegos y gallegas más allá del territorio autonómico. Un pequeño olvido. Curioso, por cierto, cuando viene de esos que más trabajan para exigir respeto por la historia, la memoria y los derechos de los gallegos.

De pie, delante de esa pieza de dos metros que condensa la barbarie de la Guerra Civil y las consecuencias para la cultura y para la libertad de pensamiento, también hay quien ve un legado y una obligación. José María Vila Alén es el presidente del Centro Galicia y puso las cosas claras en una entrevista: “El óleo de Castelao está en su lugar de siempre, en su hogar, aquí en Buenos Aires”.

Hombre firme aunque que con un estilo componedor, Vila Alén recordó dos cosas centrales en este asunto. Primero: “El cuadro de Castelao es una obra de la emigración, se hizo en la emigración, lo pintó un exiliado, que falleció en la emigración. Es un insulto sugerir que abandone su lugar. La pintura no está en el mercado, como todo el mundo entiende que no lo esté tampoco un pedazo de la catedral de Santiago. Es un intangible”, explicó.

Y lo segundo, la idea de que Galicia puede llevarse el cuadro o cualquier cosa que, un día, alguien considera que es valioso o significativo “parte de una noción raquítica, enana de Galicia. Incluso si todo lo que está en el mundo de la emigración, de pronto, mágica, imaginariamente, fuera trasladado a la Galicia territorial, el país quedaría reducido al piso de sus cuatro provincias. Y Galicia es mucho más que el territorio”.

Existe una pintura que es capaz de revelar la auténtica matriz del pensamento de los gallegos y de las gallegas: el óleo A derradeira lección do mestre, de Alfonso Daniel Rodríguez Castelao. Va a estar en el país durante la segunda mitad de este año. Acérquense. Van a ver en ese cuadro algo que habla de ustedes.

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